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19-Aug-2006 -- Nos preparamos durante varias semanas para hacer esta visita. Sabíamos que implicaría un largo viaje, tal vez algún esfuerzo físico y bastante planeación. Muchas personas respondieron a la convocatoria con entusiasmo y curiosidad. La visita a la confluencia representaba algo desconocido, algo distinto a las actividades normales de un club de motociclistas.
Por fin llegó el día señalado, la noche anterior casi no dormimos. Ángel Talayero, Elías González, Fabio Corbellini, José Manuel Guillemot, Ricardo Sandoval, Ricardo Vargas y yo, Fernando García, partimos el 18 de agosto del 2006 en motocicleta desde la ciudad de México antes de las 7 de la mañana. Queríamos evitar las complicaciones del tránsito provocadas por las manifestaciones políticas en desacuerdo con el proceso electoral que se llevaba a cabo en esos días.
Nos dirigimos en dirección a Puebla y de ahí a Tehuacán, donde dejamos la autopista con destino a la pequeña localidad de Zapotitlán Salinas, en donde se encuentra el Jardín Botánico Dra. Helia Bravo Hollís que alberga una de las reservas de cactáceas más importantes del país. Conocimos su historia y aprendimos sobre una gran variedad de especies, en particular quedamos asombrados por un enorme cactus conocido como Pata de Elefante que tiene más de 900 años.
Seguimos por la ruta federal hasta Huajapan de León y luego hacia Oaxaca, capital del estado del mismo nombre. En la entrada a la ciudad nos encontramos con Rubén Tenorio del Motoclub BMW-Oaxaca quien nos guió para entrar a la ciudad, también convulsionada por un movimiento de maestros que había tomado la ciudad casi 100 días atrás. Sorteamos los bloqueos y llegamos al hotel, una preciosa casa colonial que curiosamente fue albergue del ilustre maestro italiano Cassiano Conzatti, también naturalista y botánico, durante el siglo pasado.
En el hotel conocimos por casualidad a un grupo de españoles que estaban dando la vuelta al mundo en cuatro motocicletas BMW del nuevo modelo R 1200 GS Adventure. Esa noche tuvimos una plática para discutir algunos detalles cartográficos y ponernos de acuerdo en la logística del ataque final para conquistar la confluencia. Enseguida nos fuimos a cenar en una agradable convivencia con nuestros amigos Fernando Benítez y Emilio Velázquez.
Desayunamos temprano, preparamos las motos y las camionetas de apoyo. A las 9 de la mañana diecisiete personas partimos del hotel hacia la confluencia. Guiados por los amigos oaxaqueños, a los que se agregó Ricardo Ruiz, recorrimos 44 kilómetros por infinitos caminos de terracería, cruzamos pueblos, ríos, valles y montañas de una belleza espectacular hasta llegar a un punto próximo a la confluencia, la casa de Don Vicente López.
Reconocí el lugar de inmediato, era exactamente como lo había imaginado estudiando las fotografías aéreas de Google Earth. Estacionamos las motos y nos dirigimos al dueño de aquella casa de madera, quien junto a tres niños pequeños nos escuchó tratando de entender. Nos dio permiso para bajar la montaña y, mientras le contaba de sus visitantes a un amigo que acababa de llegar a caballo, nos sugirió un camino para llegar hasta donde él creía que queríamos ir.
Nos reunimos para reiterar nuestros votos de efectuar la travesía con responsabilidad y cuidado al medio ambiente. Verificamos que nuestro datum fuera WGS84, calculamos una ruta hacia la confluencia e iniciamos la caminata. Dimos un gran rodeo por algunas veredas apenas marcadas hasta que las abandonamos siguiendo nuestros GPSs. El camino presentaba bajadas con pendientes muy abruptas, que en varios casos no pudimos superar. Cambiamos nuestro rumbo en varias ocasiones en busca de trayectorias menos pronunciadas.
A mitad de la travesía advertimos que Hilda Garcia y Fabio Corbellini se habían separado del grupo quedando al otro lado de una profunda cañada que no podían cruzar. Nos gritamos entre los árboles pero no hubo manera de acercarnos. Al final, la separación fue fortuita ya que les permitió tomar fotografías del grupo desde la distancia mostrando la insignificancia de aquellos hombres en medio de la inmensidad del bosque.
Por tramos debíamos arrastrarnos y dejarnos resbalar de sentadillas. También tuvimos que utilizar sogas para poder bajar con mayor seguridad. Los 350 metros que en línea recta separaban las motos de la confluencia, se habían hecho más de 1,700 metros. Llevábamos dos horas y media de marcha cuando los instrumentos entraron dentro del radio de los 100 metros aceptables. Habíamos descendido por la montaña apenas 129 metros, pero el cansancio era como si hubiéramos llegado al centro de la Tierra.
Dando pasos a diestra y siniestra nos fuimos acercando a la propia confluencia, pero los árboles muy cerrados apenas dejaban pasar la señal de los satélites. Con los GPSes leyendo muy cerca de los ceros, definimos el punto por unanimidad… y celebramos. No cabía en mí de la alegría. La pendiente del lugar superaba los 45 grados, y tuvimos que sentarnos pués era difícil mantener el equilibrio de pie.
La confluencia, como lo esperábamos, no tenía nada de particular y era al mismo tiempo el más particular de los puntos sobre la Tierra, el único que ostentaba las coordenadas 17N 97W, exactamente. Estaba cubierto por una capa de hojas secas, allí caídas donde probablemente nadie las hubiera pisado nunca. Nos rodeaba un espeso bosque de pinos y alerces. Tomamos las fotografías de rigor y enseguida las del recuerdo, abrazados y flameando nuestra bandera.
Estábamos a 2,377 metros sobre el nivel del mar, el termómetro marcaba 24 grados centígrados y el GPS oscilaba alrededor de la marca sin estabilizarse. Sólo cuatro satélites daban algo de señal, indicando un error de posición estimado EPE de 9 metros y una dilución de la precisión DOP de 2.3. Nos dimos por satisfechos con una aproximación de un milésimo de minuto (menos de 2 metros) y lo fotografiamos a la 1:52 de la tarde del 19 de agosto del 2006.
Quisimos dejar nuestra impronta en el lugar y clavamos una bandera metálica con las coordenadas de nuestra confluencia grabadas de un lado y las direcciones de las páginas de Internet del Munchen Motorrad Club de México, del Club BMW-Oaxaca y de la organización The Degree Confluence Project del otro. Enseguida nos abrazamos con mi esposa Mirian, la única mujer en llegar hasta la confluencia, y respiramos. La visita había sido cumplida.
Ahora había que regresar y el camino era en subida, pero ya habíamos aprendido y nos decidimos por la dirección en línea recta. Si bien la subida fue extenuante, arribamos al lugar de las motos en menos de una hora. Nos reunimos con la Sra Hilda Islas, Cristina Okamoto y sus hijos Rodrigo y Alexandre, a quienes agradecemos su apoyo. Vestimos nuevamente nuestros equipos de motociclistas y nos despedimos de Don Vicente, dejándole de regalo una fotografía aérea de su casa y sus campos.
Yo era el último en partir cuando Don Vicente me preguntó "¿y ahora, cuándo vuelven?". "El año que viene", le respondí, seguro de cumplir mi promesa. Nos alejamos dejando a aquel hombre sentado en su banco de palo, con la vista fija en la foto de su casa que le dejaron aquellos hombres extraños vistiendo armaduras de Gor-Tex y Cordura que una tarde llegaron en caballos de acero, para ver no sé qué allá abajo.
Fernando García, México, octubre de 2006
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19-Aug-2006 -- We spent several weeks in preparation for this visit. We knew it involved a long trip, some physical effort and a lot of planning. Many people answered the call with enthusiasm and curiosity. Visiting the confluence meant something unknown, something different from the normal activities of a motorcycle club.
Finally, the expected day arrived. We almost did not sleep the night before. Angel Talayero, Elias Gonzalez, Fabio Corbellini, Jose Manuel Guillemot, Ricardo Sandoval, Ricardo Vargas and I, Fernando Garcia, left Mexico City riding our motorbikes on August 18th, 2006 before 7 am. We wanted to avoid the traffic jumps produced by political riots from those in opposition to the election results.
We rode in direction to Puebla and then to Tehuacan, where we left the highway pointing to the small village of Zapotitlan Salinas. There is the botanic garden “Dr Helia Bravo Hollis” holding one of the most important reserves of cactus in the country. We learned its history and about a great number of specimens, particularly we were amazed by a gigantic cactus known as Elephant Foot that was more than 900 years old.
We continued on the route to Huajapan de Leon and then to Oaxaca, the capital of the state of the same name. Entering the city, we met Ruben Tenorio from the BMW-Oaxaca Motoclub, who guided the group into the city. Oaxaca had also been taken by a political movement headed by teachers almost 100 days before. Avoiding street blockings we got to the hotel, a beautiful colonial house that curiously was home of the Italian teacher Cassiano Conzatti, also a naturist and botanic during the past century.
At the hotel we met by chance a group of Spaniard drivers traveling around the world with four BMW motorcycles of the brand new model R 1200 GS Adventure. At night, we had a meeting to discuss some cartographic issues and to agree on the logistics for the final attack to conquer the confluence. Right after that we went for dinner in a nice party with our friends Fernando Benitez and Emilio Velazquez.
Early on Saturday we had breakfast, we set all the motorcycles and the support SUVs. At 9 am seventeen people left the hotel toward the confluence. Guided by our Oaxaca friends, to whom Ricardo Ruiz joined, we drove 44 kilometers through many unpaved roads, crossing villages, rivers, valleys and mountains, all of a spectacular beauty, just to arrive to a spot close to the confluence, the house of Mr Vicente Lopez.
I recognized the place immediately. It was exactly what I supposed when looking to the images in Google Earth. We parked the bikes and went to the owner of that wooden house, who together with three children, listened trying to understand us. He gave us permission to go down the mountain. While he was talking to us, a friend arrived riding a horse and both suggested a path to go to the place they thought we wanted to go.
We met altogether to agree on the responsibilities of the journey and the environment. We checked that our datum was WGS84 and computed a route to the confluence. We started walking on a great circle using some vanished walkways until we left them following our GPSs. On the way we found very deep hills that in some cases we couldn’t overcome. We changed directions many times looking for easier ways to move forward.
At half of the journey we realized that Hilda Garcia and Fabio Corbellini got apart of the group being at the other side of a deep canyon impossible to cross. We yield through the dense trees but there was no way to approximate to each other. At the end, this was a lucky separation since it allowed them to take pictures of the group from the distance, showing the insignificance of those people inside the immensity of the woods.
Sometimes, we had to crawl and slip down the hill. We also had to use ropes to go down with less risk. Those 350 meters in straight line from the bikes became 1,700 meters. We walked for two and a half hours when the instruments got into the acceptable 100-meter tolerance. We had descended only 129 meters, but we where as tired as if we had reached the center of the Earth.
Walking back and forth we were getting closer to the proper confluence, but the closed trees barely let pass a weak signal from the satellites. With the GPS’ readings very close to full ceros we decided the location of the confluence… and celebrated. I was in shock! The hill at the place was more than 45 degrees and we had to sit down since it was impossible to stay up.
The confluence, as we expected, had nothing in particular and at the same time it was the most particular spot on the Earth, the very unique point holding the 17N 97W coordinates, exactly. It was covered by a thick layer of leaves fallen where probably nobody had ever stepped on. We were surrounded by a forest of pines and larch trees. We took the mandatory pictures and soon those for fun, embracing and waving our flag.
We were at 2,377 meters above mean sea level, and the temperature was 75 degrees Fahrenheit while the GPS was oscillating a bit around the point without stabilization. Only four satellites gave some signal bringing an estimated position error EPE of 9 meters and a dilution of precision DOP of 2.3. We got satisfied with one thousandth of a minute (less than 2 meters) and pictured it at 1:52pm on August 19th, 2006.
We wanted to leave our mark there and we put a metal flag with the coordinates of our confluence engraved in one side and the web pages of the Munchen Motorrad Club of Mexico, the BMW-Oaxaca Club and the Degree Confluence Project on the other side. Then, I embraced my wife Mirian, the only woman who gets to the confluence and we breathed. The visit was accomplished!
Now we had to go back and the walk was up hill, but we had already learnt and we decided for the straight direction. Even though it was very tiring, we got to the bikes in less than an hour. We join back with Mrs Hilda Islas, Cristina Okamoto and her kids Rodrigo and Alexandre, to whom we appreciate their support. We dressed our biker’s equipment and said goodbye to Mr Vicente, while we left an aerial photograph of his house and his fields as a gift.
I was the last to leave when Mr Vicente asked "and now, when will you return?". "Next year", I answered sure to honor my promise. We left that man sitting in a wooden bench, looking at the picture of his house that those weird men wearing Gor-Tex and Cordura armors that came one afternoon riding iron horses to see who-knows-what down there.
Fernando Garcia, Mexico, October 2006