English Narrative
18-Jul-2018 -- WELCOME TO THE YUNGA
Llevaba varios años planificando una excursión a esta confluencia y aproveché una visita a mis padres en San Salvador de Jujuy para hacerla. El punto se encuentra en plena yunga (bosque de montaña) y a varios kilómetros de la población más cercana, Fraile Pintado, pero por las imágenes satelitales de Google Maps veía que en teoría podría acercarme bastante yendo por lo que parecía una pista para vehículos todoterreno. Yo no disponía de ese tipo de vehículos, pero estaba dispuesto a hacer el recorrido a pie desde el pueblo. Trazando la ruta a mano sobre el mapa me salían un total de 27 kms desde Fraile Pintado hasta la confluencia, es decir, 54 kms para ir y volver. Soy corredor de trail y estoy acostumbrado a estas distancias, por lo que sabía que la misión era posible si se cumplían dos condiciones: que el tiempo estuviera fresco (para no quedarme sin agua) y que la pista realmente siguiera existiendo.
El día elegido, en pleno invierno, fue ideal: nublado y con una temperatura casi constante de unos catorce grados. Mi padre me llevó en coche hasta Fraile Pintado e incluso me acercó un tramo: primero cinco kilómetros y medio por la ruta provincial 20, asfaltada en su pimera mitad pero en muy mal estado (foto), y luego tomando el desvío por la pista de tierra que subía monte adentro entre plantaciones de naranjas y tomates durante un kilómetro y medio, donde decidió dejarme y dar la vuelta ante la dificultad para seguir con el coche por ese camino.
Yo llevaba mi mochila de trail con un litro de agua más dos botellas de medio litro que escondí para encontrarlas al regresar y así no cargar con todo el peso. La primera la escondí allí mismo y la siguiente unos diez kilómetros más adelante.
Trotando todo el tiempo a un ritmo cómodo en dirección sur, hice un primer tramo en ligero ascenso (foto) y a continuación otro en bajada hasta llegar al río Negro (foto), que era ancho y llevaba algo de agua. El camino allí torcía al oeste siguiendo paralelo al río y en ascenso. Al principio tuve que vadear algunos brazos de agua saltando sobre las rocas. Un poco más adelante, me encontré con lo que más temía: una tranquera cerrando el camino con un cartel de "Prohibido pasar" (foto). Un poco más adelante se veía una choza pero ni rastros de personas o animales, así que decidí pasar y pedir permiso para cruzar la propiedad si encontraba a alguien. Un kilómetro más adelante crucé otra tranquera y luego otra; parecía que ya estaba fuera y no había visto a nadie.
Cuando ya me quedaban supuestamente menos de cuatro kilómetros para la confluencia, me di cuenta de que me estaba separando de la ruta que llevaba marcada en el GPS. Retrocedí unos doscientos metros y vi que el camino "correcto" era poco más que una huella casi indistinguible entre la vegetación. Aún así decidí seguirlo, pero diez minutos después, lleno de arañazos y habiendo avanzado sólo medio kilómetro por una espesura cada vez más impenetrable, tuve que volver atrás y retomar la pista.
A los pocos minutos me encontré con que el camino cruzaba un afluente del río, muy ancho pero completamente seco (foto). Seguí por el lecho de este río ya que por ahí me acercaba hacia la confluencia por la ruta trazada. Los cantos rodados hacían que trotar fuera mucho más dificultoso que hasta entonces, por lo que tenía que ir con cuidado. Ya llevaba 19 kms y casi dos horas y media de recorrido.
Un par de veces me metí por afluentes menores de este río, también secos, para intentar encontrar la ruta perdida, pero descubrí que había sido completamente engullida por la vegetación, así que tuve que continuar por el lecho principal. Cuando ya estaba a menos de trescientos metros, volví a desviarme por otro afluente que parecía ir directo al punto, pero acabé dando algunas vueltas y atravesando algunas decenas de metros por la vegetación hasta que, sorprendentemente, me encontré en el punto exacto justo en el lecho de un arroyo seco (foto). Unos 23 kms y casi tres horas y media me había costado llegar.
Me saqué las fotos necesarias para documentar la visita y emprendí el regreso, primero por el tramo complicado de río y luego el resto más cómodo por la pista. Al volver a cruzar la propiedad privada, llegando a la choza vi que esta vez había varios hombres sentados a la puerta, tomando mate. Dos perros se me vinieron, pero no eran agresivos. Seguí acercándome, saludé y les dije a los hombres: "Perdón por cruzar la tranquera; es que voy a Fraile Pintado, corriendo". "Ahh", dijeron, estupefactos, y eso fue todo.
El resto del camino lo hice entre trotando y caminando porque ya estaba un poco cansado. Al llegar a Fraile Pintado, tras 51 kms a pie en siete horas y media, tomé el primer ómnibus de la empresa Balut que pasó en dirección a San Salvador.
English Narrative
18-Jul-2018 -- WELCOME TO THE YUNGA
I had been planning an excursion to this confluence for several years, and during a visit to my parents in San Salvador de Jujuy I decided to try it. The confluence is in the middle of the yunga (mountain forest) several kilometers from Fraile Pintado, the nearest town , but from the satellite images of Google Maps it looked like I could reach it by means of what looked like a track for off-road vehicles. I don't own such kind of vehicle, but I was prepared to do it on foot from the town. Tracing the route by hand on the map, it amounted to a total of 27 kms from Fraile Pintado to the confluence, that is, 54 kms the return trip. I am a trail runner and I am used to such distances, so I knew that the mission was possible if the following conditions were met: that the weather was cool (so I wouldn't run out of water) and that the track was actually there.
That winter day was ideal: cloudy and with a constant temperature of 14°C. My father took me by car to Fraile Pintado and beyond as far as possible: first, five and a half kilometers along the provincial route 20 (photo), half-way paved but in very bad condition, and then taking the detour through the dirt track that went up the wilderness besides fields of oranges and tomatoes for a kilometer and a half, where he decided to leave me and turn around because the road was getting too rough for his car.
I had my trail backpack with a liter of water plus two half-liter bottles that I stashed besides the track to find them on my way back, so I wouldn't have to carry all the weight. I hid the first bottle right there and the next one about ten kilometers later.
Jogging away at a comfortable pace in a southerly direction, I made a first section in a slight ascent (photo) and then another in descent until I reached the Negro River (photo), which was wide and carried some water. The road there turned west, going parallel to the river and ascending. At first I had to wade through some branches of water by stepping over the rocks. A little later, I found what I feared most: a gate closing the road with a "No trespassing" sign (photo). A hut could be seen from there, but no traces of people or animals, so I decided to pass through and ask permission to enter the property if I found anyone. A kilometer later I crossed another gate and then another; it seemed like I was already out and I had not seen anybody.
When I was supposedly less than four kilometers from the confluence, I realized that I was separating from the route on my GPS. I went back about two hundred meters and saw that the "right" way was little more than an almost indistinguishable footprint among the vegetation. Still, I decided to follow it, but ten minutes later, full of scratches and having advanced only half a kilometer through an increasingly impenetrable thicket, I had to go back and get back on the track.
A few minutes later I found that the road crossed a tributary of the river, very wide but completely dry (photo). I continued along the bed of this river because I was approaching the route to the confluence. The rolling stones made running much more difficult than before, so I had to be careful. It was already 19 km and almost two and a half hours of travel.
A couple of times I got into smaller tributaries of this river, also dry, trying to find the lost route, but I discovered that it had been completely engulfed by the vegetation, so I had to continue on the main bed. When it was less than three hundred meters away, I turned to another tributary that seemed to go straight to the point, then I had to cross some tens of meters through the vegetation until, surprisingly, I found myself at the exact point right on the bed of a dry creek (photo). It had taken me around 23 km and almost three and a half hours to get there.
I took the required photos to document the visit and headed back, the first hard part through the riverbed and then the rest, more confortable, on the track. While crossing the private property again, arriving at the hut, this time I saw several men sitting at the door, drinking mate. Two dogs came to me, but they were not aggressive. Approaching the men, I greeted them and said: "Sorry for crossing the gate, I'm going to Fraile Pintado. Running." "Ahh", they said, looking dumbfounded, and that was all.
The rest of the way I walked more that I run because I was getting a little tired already. When I arrived at Fraile Pintado, after 51 km on foot in seven and a half hours, I took the first bus from the Balut company that passed in direction to San Salvador.