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06-Nov-2005 --
Tenia pendiente llevar de cacería a mi familia. Esta actividad nació lejos de casa y pese a tener unas cuantas capturas en mi cuenta, no tenia ninguna capturada con ellos. Así que con la excusa de ablandar el motor de mi fiel Suzuki, con mi esposa Adriana y mis hijos Daniela y Pablito, salimos desde casa hacia el sur con rumbo a la 3659.
Pasamos por Coronel Brandsen y por San Miguel del Monte y antes de llegar a Las Flores por la Ruta 3, tomamos la polvorienta Ruta 61 que según los mapas pasaba cerca de la confluencia.
Unos kilómetros más adelante, nos pusimos a 450 mts de la misma. Se interponía un viejo y abandonado terraplén ferroviario con una pequeña zanja con agua y altos pastizales que no nos dejaba ver que había más allá.
Dejamos la chata sobre la banquina y subimos todos al terraplén: ahí contrastaban las opiniones de mis hijos : Pablito estaba entusiasmado con la aventura y Dani protestaba tenía que pasar por los altos pastizales en vez de estar viendo vidrieras en un shopping. Adriana todavía no opinaba.
Desde el terraplén se veía un campo limpio pero lleno de vacas y algún toro, al cual había que acceder saltando un alambrado.
Entramos Pablito y yo; las mujeres no estaban muy convencidas pero al final saltaron. Caminamos juntos unos 300 metros, mientras tranquilizábamos a Daniela, que temía ataques de las vacas y los toros y también a Adriana, que por otra parte temía que el dueño del campo viniera a echarnos, hasta que finalmente llegamos a la confluencia y ahí se distendieron.
Sacamos las fotos todos juntos celebrando el histórico momento: Los Zerega habían conquistado la primer confluencia juntos !!!!!!!!!
Nos volvimos satisfechos a la camioneta y emprendimos el regreso a casa. A los pocos kilómetros encontramos el pintoresco pueblito de Las Rosas agrupado alrededor de la estación ferroviaria abandonada. Seguimos el recorrido paralelo a las vías y encontramos otro pueblito parecido, Newton. Ambos encantadores.
Poco más adelante encontramos un incendio controlado de campos, el cual se realiza habitualmente para limpiarlos de malezas y atravesamos una corta pero densa humareda que oscureció parcialmente la luminosa tarde. Cerca de General Belgrano subimos de nuevo al asfalto sobre la ruta 29 y regresamos a casa con el objetivo cumplido.
Como se trató de una actividad familiar, mi hija Daniela escribió libremente su propia versión:
Era un agradable y perezoso Domingo de Noviembre cuando mi papá decidió que iríamos a alguna parte con la excusa de ablandar el motor de la Suzuki. Pero les digo que nadie le creía. Él había hablado de ir a cazar una confluencia que no sabía a cuantos kilómetros de casa estaba (¿?). Justo él no sabía.
Si, yo que estaba disfrutando mi descanso haciendo fiacaen un confortable sillón frente a mi computadora para ir a un lugar donde hasta las vacas se aburren ...
Como se puede apreciar, soy una víctima de mi padre y sus locuras, otra vez. En el pasado estuve expuesta a horribles gatas peludas en el medio de la nada, a bajas temperaturas extremas en el medio de montañas nevadas y fuera de las vidrieras de los negocios y del asfalto por semanas enteras. Tengo muchas más experiencias terribles, pero si continuo contándoles creo que voy a necesitar terapia urgente.
Bien, volvamos a nuestra historia de la confluencia. Para evitar el aburrimiento de los primeros kilómetros fue suficiente mi walkman escuchando música. Pero luego eso también me aburrió, así que me quité los auriculares y traté de admirar el paisaje. Es una cosa difícil hacerlo toda vez que por años he visto el mismo paisaje por una y otra vez: a través de la ventanilla que se ve? Una vaca. Pocos metros más adelante... Ohh , otra vaca !!! Pero ésta es más grande que la primera. Y se están mirando ¡!!!!. Es increíble ¡!!!!!!! Y los árboles.... Cuando estás en el medio del campo se pueden ver gran variedad de árboles........(creo que se puede apreciar la ironía de mis afirmaciones)
Una vez que llegamos a un fantástico lugar (otra vez la ironía), descendimos de la Suzuki y comenzamos a caminar para buscar la confluencia.
Tuve que caminar entre altos pastizales o para decirlo mejor corrí entre los pastizales porque mamá decía que entre los pastos podía haber víboras u hormigas o algo así .. . .
Aunque no lo puedan creer tengo un poco de espíritu de aventura. No es mi hobby, pero profundamente (muy profundamente), me gusta hacer esta clase de cosas, lo niego para hacer enojar a mi papá.
Después de pasar los pastizales encontramos una vía abandonada. La cruzamos y nos preguntamos: Y ahora que? Había que atravesar más detestables pastizales y después cruzar un alambrado y entrar sin permiso en una propiedad privada. Era divertido ver como vacas y toros nos miraban.. Pero creo que no había peligro de ataques porque pensaba que mi hermano Pablito era uno de ellos y... la familia es la familia !!!
Pero, hablando en serio, fue muy divertido empezar a acercarnos a la confluencia con todo lo que pasaba alrededor y finalmente alcanzarla. Si!!, el GPS estaba lleno de ceros y ahora estábamos listos para volver.
Luego unos pocos pueblitos aburridos y a casa de nuevo !!!. .
Sin embargo, debo admitirlo, la excursión fue entretenida después de todo. Es una manera extraña y diferente de pasar un Domingo en familia; mi papá es capaz de inventar estas cosas para juntarnos.
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06-Nov-2005 -- I had as a pending to go with my family hunting confluences. This activity born far away from home and in spite of having a lot of confluences in my account, I had never reached anyone with them.
So, with the excuse to soften my loyal Suzuki’s engine, my wife Adriana, my children Daniela and Pablito, and me went out from our home to the south toward DC 3659.
We passed by Coronel Brandsen, by San Miguel del Monte and before arriving Las Flores by route 3, we turned left to the dusty provincial route 61, which was near the DC 3659 according to our maps and satellital photos.
Some kilometres ahead, we arrived at 450 meters of the confluence: an embankment of an abandoned railroad with high pastures and a small trench with water was interposed between us and our goal: it wasn’t possible to see far away from us.
We left our car aside the road and all of us went up to the railroad embankment: at this moment the opinion of my children was opposite: meanwhile Pablito was amazed with the adventure, Daniela claimed because she had to pass over the pastures instead of going for shopping in the city. My wife was silent.
From the embankment we saw a clean field plenty of cows and some bulls but we needed to cross a fence for entering in it.
Pablito and me came in it; the women weren’t convinced but finally jumped the fence. We walked together 300 meters, as Pablito and me calmed down Daniela because she was afraid the bulls could attack us. By other hand, Adriana was afraid the owner of the field could see us and send us away of his property; she also needed to be calmed. Finally we arrived to the magic point plenty of zeros and they were quiet and happy.
We took some photographs together celebrating the historic moment: The Zerega´s had conquered the first confluence together !!!!!!
We returned to our car and went back to home. A few kilometres ahead we found the picturesque town of Las Rosas around the old and abandoned railroad station. We continued our path parallel to the railroad and we found again other small town: Newton. Both were delightful.
Then we saw a controlled fire appearing in front of us. It’s an habitual procedure for cleaning the pastures on the field. We had to trespass a short but very dense smoke that darkened the sunny afternoon by a moment. Near General Belgrano we took the asphalt road 29 and retuned to home with the successful target reached.
Because it was a family activity, my daughter Daniela wrote her own version:
It was a cool and lazy November Sunday when my father decided that we should go somewhere with the excuse of “soften the Suzuki’s engine”…But I tell you, nobody believed him…He talked about catching a confluence that was I don’t know how many kilometres from home (??) Just him.
Yes, I was taken from my lazyness, from the comfortable armchair in front of the computer, to a place where even the cows are bored….
As you can see I’m just a victim of my father and his madness again. I’ve been exposed to ugly bugs in the middle of the nothing, to extremely low temperatures in the middle of the snowy mountain, and put away from shops and pavement for complete weeks. There are more experiences, but if I continue telling you all of them, you’ll think I need therapy urgently.
Well, let’s go back to our story of the confluence. The first kilometres it was enough to avoid boredom by putting on my headphones and listen to music. But then it got boring too, so I took them off my ears and tried to admire the scenery. It’s such a difficult thing to do once you’ve seen the same landscape for ages…you look through the window and, what do you see?…a cow. And a few metres ahead…oh! Another cow!! Hey, but this is bigger than the first one…Ohh and look! That cow is looking at the other…how amazing…And the trees…When you’re in the middle of the country, there’s such a variety of trees…(I suppose you can see the irony in the sentence…)
Once we arrived to the fantastic place (yes, I’m being ironic again…), we went out of the Suzuki, and started walking to find the confluence. I had to walk among high pastures, or to say it better, I ran among the pastures, because mom kept saying that there could be snakes or bugs or something like that…but even if you don’t believe what I’m going to say, I have a little adventure spirit…It’s not a hobby… but deep inside (Very deep inside) I like doing that kind of things… I denied it because my father don´t like that I didn´t go with him
And after passing through it, we found the abandoned railway. We crossed it, and guess what?…Yes…more damnable pastures. Finally we reached a fence, and entered in a private property. It was funny to see how all the cows and bulls looked at us…But I think the bull didn’t attack us because he thought my brother as one of them and…well…family’s family.
No, talking seriously…it was funny…and then we got closer and closer to the confluence, and at the end, we reached it…Yes, the GPS was full of zeros…and then we went back…and that’s all the journey…Then a few boring towns…and home again!
But, I must admit…the excursion was entertaining after all! It’s an odd way to spend a Sunday with the family. My father is capable to invent these things for joining us.