12-Feb-2005 --

Expedicionarios: Ariel Greblo, Lilian Choe, Andrés Iacuzzi, Andrea Brum. Vehículo: Land Rover, modelo Defender 90, (alias Roberto).

Iniciamos el recorrido saliendo de Villa Pehuenia, ubicada a unos 40Km de la confluencia marcada como meta.

Recorrimos por las rutas 13 y 23; paramos a Roberto cuando el GPS marcó el punto más cercano al que podíamos llegar motorizados.

Nos encontrábamos a 1500mts del destino y 300mts mas bajo (unos 1100msnm).

Estudiamos el recorrido. Debíamos pasar primero por una cerca que delimitaba al territorio mapuche que debíamos atravesar. Observamos la pendiente empinada que encerraba la confluencia esperándonos con los brazos abiertos o visto de otro modo desafiándonos a subir.

Pasamos la cerca y llegamos a una choza de donde se asomó una mujer. Le preguntamos si podíamos atravesar su campo a lo que nos refirió que el permiso lo teníamos que obtener del Lonco(Cacique en mapuche) que vivía ahicito nomás en una casa rosa. Obviamente el ahicito implicó unos 5km, y las casas del lugar estaban pintadas en una gama de colores familiares a rosa (rosa viejo, terracota, marrones claros, etc).

Con algunas referencias más llegamos a una casa rosa fuerte. El Lonco no estaba pero en reemplazo hablamos con su esposa que con toda autoridad (quizás mayor a la de él, mujer robusta si las hay) nos dio permiso para recorrer el vasto territorio de Lonco Luan.

Volvimos al punto de inicio, cargamos las cámaras, el GPS y algunas otras cosas y emprendimos la subida.

Todo iba dando señales de una verdadera aventura (el viento fuerte, los nubarrones, los relámpagos que caían en territorios vecinos y nosotros que percibíamos el estado físico que alguna vez supimos tener y que sin lugar a dudas habíamos perdido).

A los 200 metros de ascenso (900 metros de caminata) decidí agregar un toque de diversión a la expedición por lo que a los 90/60 de presión que solía manejar le resté lo necesario para empezar a ver borroso y girar las cosas a mi alrededor. Todos pararon la marcha (me quedan dudas si fue para solidarizarse o para aprovechar y descansar mientras me recuperaba). Andrea, como buena médica, buscó la solución a mi hipotensión mientras Ariel y Andrés me ofrecían bebida. Revolvió en su mochila y encontró la posión mágica... lágrimas artificiales. Moraleja, lo salado levanta la presión y las lágrimas artificiales... saben horrible.

Seguimos viaje por la cuesta empinada atravesando cañadones, rocas y campos cubiertos de cardos y llegamos a destino. En algún momento temimos encontrarnos con un puesto con un cartel diciendo " Artesanías la confluencia, compre nuestros productos regionales". Por suerte no fue así, sacamos las fotos de rigor y todas las otras fotos que nos demandaba la conciencia combinando a Ariel y Lili, Andres y Andrea, Lili y Andrea, etc.

Emprendimos el descenso que fue muchísimo más rápido que el ascenso, una por la ley de gravedad y otra por los gotones que comenzaron a caer sin piedad. Llegamos a Roberto que nos llevó de regreso a casa.

Sugerencia a los lectores: Repitan nuestra expedición que la zona es muy bella y tiene buena vista. Lleven alimentos salados o en su defecto lágrimas artificiales. Lleven efectivo y compren productos regionales en nuestro puesto "ARTESANÍAS LA CONFLUENCIA".