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21-Jan-2007 -- PAMPA’S CONFLUENCE VIRUS IS EXPANDING WORLDWIDE
Upon a time there was a group of argentine people on Sunday morning at Guelph, Ontario, Canadá. Meanwhile I had having breakfast at the hotel with my working colleagues, I intentionally spoke with them about the confluences and I proposed to go to reach one, near Toronto. Three of them accepted my proposal but I was sure that they thought that I was crazy. It is a common situation before knowing the adventure to catch confluences. After that, they probably would change their viewpoint.
We left the hotel at middle morning; first, we went to Fergus to the northwest and then turned right to the north to Orangeville, the town nearest the confluence 44°N 80°W. Before Orangeville, we stopped at the frozen Bellwood Lake to take pictures of the beautiful landscapes that surrounded it. We walked on the top of the snowed dam where some snow scooters run aside us at fast speed. Downstream river, some fishermen attempted to catch something inside an astounding winter picture.
At Orangeville, we took a coffee on the Canadian “Tim Hortons” and then we went along the 7th Street Road following the Hockley Valley, searching the confluence point.
7th Road led us directly to the confluence and we put the car aside the route at only 44 meters of the confluence and entered into a snowed wood along a small stream in order to attempt to reach all zeros in GPS display.
Really it was impossible to get all zeros due to the closed forest that weakened the GPS signal and to move for adjusting the position was very difficult. Our best effort put us at 29 meters to the DCP. Anyway it was successful visit. We took the obligatory pictures and my colleagues enjoyed with this “strange” activity because they realized that it is the opportunity to know places that are impossible to imagine without the excuse of catching confluences.
I believe that they started to understand my “madness” and probably I have partners for next adventures. There are new three confluence hunters on the Earth.
When we returned to the car, someone saw an odd footprint in the path: really its owner wasn’t a human being, may be a bear. By the way, we quickly went out to the car in order to avoid unnecessary risks.
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21-Jan-2007 -- PAMPA EXPANDE POR EL MUNDO EL VIRUS DE LA CONFLUENCE
Había una vez un grupo de Argentinos un domingo por la mañana en Guelph, Ontario, Canadá. Mientras estaba desayunando en el hotel con mis compañeros de trabajo, les conté, intencionadamente por supuesto, acerca de las confluencias y les propuse que me acompañen a “conquistar” una que había detectado cerca de Toronto. Tres de ellos aceptaron pero estoy seguro que pensaron que yo estoy medio loco. No me preocupó, ya que siempre me pasa lo mismo con los que nunca vivieron la aventura de cazar confluencias. Después de vivirlo suelen cambiar su opinión al respecto.
Dejamos Guelph a media mañana. Primero nos dirigimos al noroeste hacia Fergus y luego viramos hacia el norte con rumbo a Orangeville, el poblado más cercano a la confluencia. A mitad camino nos detuvimos en el congelado lago Bellwood para tomar fotos del hermoso paisaje que lo rodea. Estuvimos caminando por sobre el dique nevado donde varias motos de nieve pasaron raudamente a nuestro lado, lo que nos dio una sana envidia de sus conductores. Aguas abajo del dique, unos pescadores estaban tratando de obtener alguna pieza en las heladas aguas del rio, inmersos en una asombrosa postal invernal.
En Orangeville, paramos, ahora a tomar un café en un típico “Tim Hortons” canadiense (es una mezcla de cafetería y fast food, que hay por todos lados aquí) y luego nos dirigimos por la Ruta 7 (Seven Street) a través del valle Hockley, buscando decididamente la confluencia.
El camino nos llevó directamente a la misma y nos detuvimos en la banquina a sólo 44 metros de distancia. Dejamos estacionada la chata y entramos en un espeso bosque nevado siguiendo el curso de un pequeño arroyo, con el objeto de tratar de lograr todos los ceros posibles.
Sin embargo fue materialmente imposible lograrlos: el cerrado bosque debilitaba la señal satelital y los desplazamientos para ajustar la posición eran dificultosos. Nuestro mejor esfuerzo alcanzó para “acercarnos” a sólo 29 metros de la confluencia, más o menos la cifra de error que se leía en el GPS. En realidad, creo que estábamos casi exactamente sobre el punto. De todos modos la visita era exitosa. Tomamos las fotos obligatorias y de las otras, mientras mis colegas se divertían con la extraña actividad a que los había llevado, reconociendo que era una buena oportunidad para conocer lugares impensados.
Creo que comenzaron a comprender mi “locura” y también creo que probablemente tal vez me acompañen en próximas aventuras. Hay tres nuevos cazadores sobre la faz de la Tierra.
De regreso a la chata, alguien vio una extraña huella que sin duda no era humana y que parecía más bien la de un típico Oso Empomador, así que apretamos el paso porque no se pueden correr riesgos de ese tipo. Las consecuencias son imborrables.